El desierto, siempre.

Casas de adobe o ladrillo en pueblos donde las puertas se riegan constantemente. Las calles de tierra. Polvo y arena.
Me detengo a tomar un café, bebo y miro mi mapa: no sé qué tan lejos voy a llegar. Tengo dolor de estómago, calambres que a veces me doblan por la mitad.

La joven camarera comenzó la conversación. Cuando le digo que conduzco así desde la Ciudad de México, ella no me cree.

Me aconseja que pare en Huacho, OK, vaya por Huacho, a 150 km al norte de Lima y a 400 km de Trujillo en el desierto.

El día va mal. Tengo calambres intestinales que me duelen, el desierto y, de repente, el Pacífico que sigo. Enormes playas desiertas y salvajes. Y el viento, siempre el viento.

A las 5:00 p.m., la motocicleta falló. Ella no toma turnos e hipo a veces.

Hay dias asi..

Parece un problema de ignición que no sucede. Me detengo al costado del camino y cambio mis Bujías. Se reinicia pero continúa negándose a tomar su velocidad. Nueva parada en una estación de primeros auxilios de rescate después de un peaje. Hay dos enfermeras y un policía esperando llamadas.

La moto ya no quiere reiniciarse. La noche cae en una hora y media.

Le digo al policíal que voy a quedarme dormir aquí. Tengo una hamaca y un saco de dormir. Me dice que no hay problema.

Desarmo una Bujía para ver si produce su chispa pero no, no hay ignición. Vuelvo a montar y desmontar el carter frontal donde se encuentra la bobina, su condensador y los contactos de platino.

Pateo y de repente la bicicleta se reinicia. Observo los contactos de platino que chispan. Es una señal de que un condensador no está haciendo su trabajo.

Toolbox, cambio el condensador y la bicicleta ronronea bien.

Vuelvo a rearmar todo y hago los 70 km que me separan de Huacho.


Llego a Huacho después del anochecer y con calambres intestinales. Es hora del caos en la ciudad. 
Después de recorrer mucho, encuentro un hotel con estacionamiento, el wifi es simbólico.

Me trago un ceviche, una cerveza y en la cama.

Debo tomar mi medicamento sin falta.