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RESTAURATIONES

Honduras : Desde San Miguel a Somoto

Honduras es el país, entre los países que no son en guerra, donde la tasa de criminalidad es la más importante. El tráfico de drogas, Maras, la policía y el ejército son las principales causas.

Esta inseguridad es difusa en todo el país pero más importante al norte.

Honduras posee una muy bella naturaleza y sitios Mayas entre los más bellos.

Decido sin embargo y teniendo en cuenta el estado del país y del tiempo del que dispongo, de no pasearme allí.

Atravesaré pues Honduras por el sur, 140 kms separan el Salvador de Nicaragua.

Levantado a las 5h 45, arranco a las 7h 00.

Comienzo por perderme en San Miguel a causa de las direcciones únicas y trabajos, echo pestes contra mí mismo.


Luego cojo el camino. La frontera El Salvador / Honduras esta a El Amatillo.

Ella tiene muy mala reputación que concierne a la complejidad de los pasos. Tomo Helper, David.


David me cuenta su vida haciendo los pasos conmigo y guiándome de una ventanilla al otro.

Él emigró clandestinamente a USA, se casó allí y tuvo un niño. Luego fue el divorcio, la vuelta en el Salvador, su formación como técnico de calefacción / aire acondicionado. Él entendió que no era hecho para trabajar para un dueño. Su maestría en el inglés, mejores ganancias y su placer de encontrar muchos extranjeros lo hicieron escoger este trabajo informal.

Él llama a veces a su hijo allí pero esto no gusta mucho al nuevo compañero de su ex.


Decenas de golpes de tapones, decenas de fotocopias (con y sin tapones), un rodeo por el banco para pagar el permiso temporal de importación, me voy de una ventanilla al otro.

Hice sólo la mitad del trayecto, quedo la inmigración y la aduana de Honduras.

Allí, David sustraído el trabajo de su compañero de equipo Hondureño. Los veo venir y acepto sólo si se queda en la tarifa convencional.


¡Cambio! ¡Cambio! Aprovecho de eso para cambiar mis dólares para Lempiras.


Aduana Honduras, es un súmmum de burocracia. Yo tendría podido pasar allí el día, pero no quiero rodar por la noche.

Ambos cómplices intentan sin embargo tirarme cinco dólares más evitándome, dicen, la fumigación y el registro completa a la salida de la estación de aduanas por la policía.

La fumigación consiste en rociar las ruedas de los vehículos de un producto desinfectante.

Niego y arranco.

Ninguna policía y ninguna fumigación a la salida del puesto frontera.


Ruedo a Honduras.


Paso tres puestos del ejército hondureño sin estar parado.

Me paro en una pequeña cabaña de madera, al borde del camino, para comprar agua, no tengo más y tengo sed.

Cerca de la cabaña, una muchacha dificultada mental y dos jóvenes chicos. El padre, 60 año, sonriente, está en el interior. Él me vende un bolsillo sellado de agua fresca, no tiene botellas.


Entonces me siento al pie de la cabaña y tomo mi agua fresca no transportable. Él se sienta cerca de mí y platicamos. Las preguntas acostumbradas, de donde venga usted, donde vaya usted, no tiene miedo de viajar sólo sobre los caminos, cual es la marca de la moto.

Luego, sin transicion, me pide explicarle lo que pasa en Gaza entre israelíes y palestinos.


Me voy de nuevo finalmente, un momento largo más tarde, para alcanzar la frontera entre Honduras y Nicaragua, no sin haber apretado la mano en toda la familia.

Alcanzo allá cuarenta minutos más tarde. Aquí, no fila larga de camiones, un proceso mucho más simple y, unas fotocopias y tapones más tarde, estoy en Nicaragua.


¡Cambio! ¡Cambio! 

Cambio mi Lempiras contra Córdoba.